Unidad 7 Azul

Unidad 7 Azul
vista del frente

miércoles, 13 de octubre de 2010

Aniversario de la Carcel de Azul

Aniversario de la Unidad Nº 7 de Azul
El 14 de octubre de 1931 la comunidad azuleña presencio un desfile inusual, aquellos que se congregaron en las calles o transeúntes que observaron incrédulos el desplazamiento de los presos desde la precaria y poco segura cárcel,  ubicada  en la calle Malvinas y San Martin,  atrás de las vías del ferrocarril, hasta el nuevo edificio, moderno, seguro y apegado a las premisas del higienismo como pregonaban los penitenciaristas desde el siglo anterior. Este peregrinar se realizó a pie con las manos engrilladas cada dos presos y una cadena larga extendida entre ambos formando una columna doble, los guardias encargados de la custodia se desplazaban a caballo y a pie.
Este grupo de guardias formaban parte de una sección de la Policía Provincial llamado Cuerpo de Guardianes de Cárceles , encargados de la custodia exterior, ya que la custodia interior se encontraba a cargo de personal civil dependiente del Juzgado local, por tratarse de una cárcel departamental.                                                                                             
El recorrido se realizo en línea recta por la actual avenida Perón, hasta cruzar el arroyo Azul y desde allí bordeándolo hasta el nuevo edificio que se encontraba a orillas este.
El edificio construido presentaba un sistema de poste telefónico con una variante vertical de tres plantas, un pulmon central y pabellones a los lados con celdas individuales y tres cuerpos centrales con celdas colectivas y servicios. En la planta baja además funcionaba un sector destinado a los talleres para labor de los presos y en el tercer piso funcionaba la escuela de nivel primario, contaba además con modernas instalaciones en la cocina y enfermería y en los sectores destinados al personal de custodia. Ademas a partir de 1935 comenzó a funcionar un pabellón anexo femenino destinado a alojar a las mujeres detenidas de la zona.
Esta Unidad Penitenciaria se erigió a partir de las necesidades de la época, respondiendo a la cercana creación de los Tribunales Judiciales Departamentales y la creciente demanda de plazas para alojamiento de encausados. Con una infraestructura moderna y adecuada al pensamiento humanitario y científico de la época, se emplazó e insertó en la ciudad de Azul en un momento de crisis mundial.
Desde su surgimiento y en el devenir histórico la Unidad Número Siete ha respondido a las necesidades y la demanda de la sociedad, con argumentos humanitarios y legales que la han colocado en una alta consideración en la comunidad azuleña   


           
El primer Jefe de custodia externa de la Carcel Departamental de Azul, fue el Subcomisario Cesar Dos Reis, nacido en el año 1890 en las Islas de Cabo Verde en el Norte de Africa y falleció en la ciudad de Azul en 1954. A corta edad emigro hacia la Argentina,  ingresando en la marina por un corto tiempo para luego ingresar a la Policia Provincial y  mas tarde pasar a formar en las filas del Cuerpo de Guardianes de Carceles de la misma Institución pero que cumplia funciones en la custodia exterior de cárceles y presidios.
Dos Reis Presto servicio en la Carcel de Olmos, en el Presidio de Sierra Chica y posteriormente fue destinado a la precaria cárcel departamental de Azul, para allí ser el encargado de trasladar a los presos al  nuevo edificio que ocupa actualmente la Unidad Penitenciaria Siete.


DATOS HISTORICOS
La Carcel  Departamental de Azul, hoy Unidad Penitenciaria Nº 7, fue inaugurada el 14 de octubre de 1931, en plena crisis mundial, su construcción demando algo mas de 2 años, en los terrenos cedidos por el Sr. Blanco a orillas del arroyo Azul.

En 1928 en los lotes de terreno cedidos por el Sr. Blanco se comenzó a construir el nuevo edificio, pero por un error en la agrimensura se construyo sobre otros lotes diferentes a los donados, por lo que se solicito al Sr. Blanco la cesión de los mismos, asimismo el predio ocupado con la nueva donación obstruía una calle de circulación publica por lo que el gobierno municipal realizó una nueva urbanización y registro catastral al efecto.
El nuevo edificio de características avanzadas según un diseño suizo, presentaba  sistema arquitectónico de poste telegráfico en una variante vertical, un pulmón central con pabellones a los lados en el primer y segundo piso, con una distribución total de tres plantas, contaba desde su inauguración con una escuela de educación primaria y talleres de oficios, pilares fundamentales del tratamiento rehabilitador. Además a partir de 1935 conto también con un anexo femenino.
El predio de la Unidad se fue ampliando en sucesivas donaciones y  expropiaciones hasta alcanzar las dimensiones que hoy presenta. A los pocos años de su inauguración se comenzó con la construcción del camino de acceso al predio con materiales de adoquines, cedidos por la Provincia (moldeados en Sierra Chica) y con la mano de obra de los internos aquí alojados

lunes, 27 de septiembre de 2010

El Dulce de Membrillo

Mitos carcelarios. Creencias y verdades entre rejas
(Extracto)
El dulce de membrillo

Una creencia popularizada entre rejas, es que el dulce de membrillo produce la corrosión de los barrotes de hierro de las ventanas de rejas; factor necesario para producir una fuga y el logro de la tan ansiada libertad.
Las apreciaciones acerca de si esta afirmación es real son variadas, ya sea desde la lógica de posibilidades o desde el ángulo de observación entre las dos partes en pugna (aquel que se quiere ir y aquel que no se lo va a permitir).
El pensar que un elemento de tan intrascendente existencia en el medio social, resulte de tanto valor emocional para la persona privada de la libertad, que hasta encierre el principio de mayor trascendencia en la vida del ser humano (aun mas del que la ha perdido), es tristemente  irrisorio, principalmente para quien no se encuentra en ese ámbito, donde las paradojas y las ambigüedades son tan posibles como reales.

De formar parte de algún desayuno o merienda en algún pastel o torta a representar la corrosión, la libertad, la familia, los amigos, las cosas queridas, el error, el desprecio, la anquilosidad de un sistema.
Tal vez, esa necesidad que sienten los actores de este lugar del uno por el otro, produzca que muchas veces se traspasen los límites impuestos, ya sean formales o no escritos, y se pongan de manifiesto acciones o códigos que la generalidad de cada parte no desea que la otra lo conozca.


Al transformarse este elemento en un problema real para el penitenciario, surge inmediatamente la idea de contrarrestar sus efectos, por un lado los concretos, que se realice efectivamente la corrosión del barrote; y por otro el efecto del contagio por el cual todos los internos lo intenten utilizar. Así es que como primera medida se prohíbe su ingreso al sector penal pasando a formar parte de los elementos prohibidos , y también a formar parte de los controles rutinarios de vigilancia estableciéndose formas exactas de detección, como por ejemplo utilizar un alambre de acero muy fino, dando una vuelta al barrote y se lo hace girar de arriba hacia abajo, con el fin de encontrar alguna ranura donde se pudiera alojar el elemento corrosivo, el cual será identificado por su sabor dulzón.
La actividad de control y vigilancia de los reclusos es parte esencial del quehacer diario del personal penitenciario, ello es esencialmente con fines preventivos, es decir que todas las técnicas y estrategias desplegadas diariamente conducen necesariamente a inmovilizar cualquier intención de los internos de quebrantar el orden  y la disciplina impuestos para los establecimientos carcelarios. Si bien este orden y disciplina se han ido transformando en el devenir de los años, responden inequívocamente a lo que Foulcault es su estudio de panóptico de Bentham ha denominado poder de vigilancia y es la necesidad de conocer instantáneamente cada actividad que desarrolle el detenido. Esta necesidad se traduce en una serie de medidas no lineales o de alguna manera circunstanciales que conducen a cierta paranoia sobre todas las posibles formas de eludir los controles impuestos, que en la mayoría de las veces exceden el poder creativo de ambas partes.
Se dice sobre los reclusos que tienen 24 horas del día para pensar en eludir controles o preparar una fuga, o simplemente en estudiar a sus vigiladotes. Pero también es cierto que el vigilador también tienen 24 horas cada 48 para estudiarlo, y además lo continúa vigilando con la interrelación con el resto del personal, por lo cual se tejen y destejen miles de historias que pueden ser o no reales, pero lo que si es real es que el poder vigilador tampoco descansa y siempre esta en todos los lugares que puede.
Siempre esperan mas que la otra parte, de lo que esta puede desarrollar realmente, por lo cual los códigos y acciones preventivas de ambas partes se encuentran en continua mutación, esto conlleva un gran conocimiento uno de otros y una capacidad imaginativa que se supera diariamente.
Una cuestión central en esta interrelación es la apropiación de los medios de control existentes. Primeramente es claro que la institución penitenciaria tiene bajo su cargo la guarda de los internos, por lo que la sociedad a través de la reglamentación otorga los medios necesarios para retenerlos y tratarlos. Así es que los medios legales son dados en forma externa a la relación interno-penitenciario, pero también  existen medios que surgen de acuerdos tácitos entre las partes, que además pueden encontrarse o no normados, pero que surgen con la fuerza y el vigor de ser conocidos, aceptados y respetados por ellos.
Estos acuerdos surgen de la distribución de los espacios y de los ámbitos que corresponden a las partes y que son respetados fuera de la norma, forman parte de los códigos no escritos.


Posiblemente el surgimiento de esta creencia se encuentre en la primera mitad del siglo XX, en una unidad del servicio penitenciario federal, mas precisamente la unidad numero 11 de Resistencia Chaco.
La historia contada desde adentro dice que un grupo de internos que habitualmente compartían las comidas en un lugar determinado (ranchada), dejan olvidado sobre una bandeja improvisada de metal un trozo de dulce de membrillo, y que es cubierto sin saberlo por otros elementos, por ello es que se les olvida que se encontraba allí; asi transcurren varios meses con el dulce sobre la bandeja, hasta que un día uno de ellos haciendo la limpieza del lugar descubre que luego de tanto tiempo el dulce había corroído la improvisada bandeja hasta traspasarla.
Este hecho es rápidamente conocido por los demás internos, y llegan a la conclusión de que se había realizado luego de cierto tiempo la corrosión de la bandeja de metal también podrían hacer lo mismo con la reja de metal. Asi es como comienza una serie desenfrenada de ensayos para: por un lado lograr cortar los barrotes y por otro toda una planificación sobre cuales serían los pasos a seguir si esto se lograba y huir del lugar.
Lo cierto es que luego de varios intentos para que se produzca el deterioro del metal cilíndrico, esto no ocurría, por ello concluyeron en que si estaban pintados en la superficie el dulce no podía penetrar y hacer su trabajo. Así es que en una segunda instancia de esta práctica se prueba hacer una muesca rodeando la reja en su base contra la mampostería, trabajo que desde ya con los elementos que contaban resultaba de varios días de labor, y luego si introducir en esas muescas el dulce de membrillo. Primero al aire libre y luego tapándolo con trapos de telas para que de esta manera no se desintegrara en el aire y si influyera en la reja, y también por que no, para que los guardia cárceles no tomaran conocimiento de esta nueva practica.
Ya conformado el método de trabajo, su preparación conllevaba un par de dias de preparación, faltaba esperar los resultados, es muy probable que los que lo realizaron no hayan podido determinar su veracidad, ya que seguramente fueron trasladados a otra Unidad, recuperaron la libertad o simplemente esperaron que pasaran lo meses, y tal vez el barrote cambio de color, pero seguramente no alcanzaron a ver que la reja cediera, por lo que la idea perduró, y se difundió rápidamente, quizás los mismos que se fueron de traslado a otra unidad y lo comentaron y lo probaron nuevamente, pero no contando con el suficiente tiempo como para ver los resultados, pero saben que la improvisada bandeja de metal cedió, entonces con la lógica tumbera, si sirve para corroer metal sirve para todos los metales, incluso para los que tienen forma cilíndrica aunque tengan mas espesor, entonces hace falta mas tiempo y mas dulce de membrillo, entonces hay que ingresar mas dulce al penal, pero este ingreso se efectúa a través de los controles penitenciarios, y la propia tarea del agente lo hace ser un poco paranoico, y si ve que ingresa mucha cantidad de un elemento es por algo que deben hacer con él. Es aquí cuando se ponen en funcionamiento los mecanismos de control no escritos, y que consisten principalmente en utilizar el poder de otorgar beneficios, como medio de reciprocidad de favores, así es como llegan al saber del penitenciario cuestiones que solo se manejan entre los internos y que la generalidad de los mismos no desea que los conozcan los que deben controlar que ello no ocurra.


Pero por otro lado se escuchan otras intensiones sobre la posesión del dulce de membrillo dentro de la unidad penitenciaria. Y tiene que ver con la utilización de creencias o debilidades del sistema y que son utilizadas por los conocedores.
Estos plantean que en definitiva el creer que el dulce es corrosivo no correspondería no solamente al de membrillo sino también al de batata, y que la intensión seria la de poseerlo para consumirlo.
Los internos mas “antiguos” harían saber a los nuevos que si desean fugarse la mejor forma es cortar la reja con el dulce, pero que ellos solos lo pueden hacer, por saber la técnica exacta para hacerlo. Al ser ingresado por la visita del interno nuevo, eludiendo los controles o utilizando algún ardid, lo que harían es:
Ingredientes
-          Harina 000
-          Grasa
-          Agua y sal
Mezclar los ingredientes, estirar con un palo y cortar cuadrados de tamaños medios, colocar una tapa un cuadradito de dulce en el medio otra tapa arriba y cerrar presionando con los dedos. Luego calentar grasa o aceite en un olla y freir.

Mirando por la ventana con rejas, saborear los pastelitos de dulce de membrillo.




Mitos Carcelarios. Creencias y verdades entre rejas.
Mauricio Castro
2002